domingo, 17 de octubre de 2010

Entrevista a Oscar Ugarteche y Fidel Aroche

- Óscar, te nos casas… ¿Qué significa casarte en tiempos en que el matrimonio homosexual es un tema de debate en varios países latinoamericanos y del mundo?

- Bueno, mira, en primer lugar, como vengo peleando desde hace casi treinta años por la igualdad, el hecho de que sea posible la igualdad ante la Ley en el Distrito Federal, permite que Fidel y yo, que vivimos juntos hace diez años y que nos conocemos hace 23, podamos casarnos. Y el casarnos, a mí me resuelve un problema de papeles en México –porque todo me lo resuelve inmediatamente–, y a los dos nos resuelve el tema patrimonial, porque, sino, lo que termina pasando con el tema patrimonial es que en la eventualidad de que cualquiera de los dos muera, nos termine heredando no necesariamente el otro, sino nuestras familias de sangre. Pero yo, en particular, no tengo ningún interés porque me hereden.

- ¿Pensaste alguna vez en casarte? ¿Qué siente Óscar Ugarteche?

- (Risas) En realidad, yo nunca creí que iba a ver la ley de igualdad, yo nunca creí que iba a ver la ley del matrimonio. Y cuando asistí al matrimonio de unos amigos, me dejó muy impresionado y dije “eso es lo que hay que hacer”. Pero lo gracioso es que yo lo pensé, pero quien lo articuló fue Fidel. Salimos del matrimonio y me dijo: “Nos casamos”. Nos sentamos a tomar un tequila en la zona Roma, para discutir si nos casamos, y para qué nos casamos, y cómo nos casamos. En última instancia, casarnos legitima la relación, no solamente la legaliza, sino la legitima. A pesar de que tanto en mi caso como en el de Fidel, nuestras familias, no estarán presentes. Pero, no obstante eso legitima la relación. Le cueste a quien le cueste, ya cuando te pregunten “¿soltero o casado?”, contestas “casado”. Actualmente funcionamos como unión libre, yo tengo mis documentos migratorios como unión libre, y pasar a casado va a ser una maravilla.

- ¡Cosa mayor!

- Pero a ratos… entonces, digo “¡huy!, yo no tengo 15” (risas).

- ¡Es una gran decisión…!

- Sí, sí, sí, sí… una vez que tomamos la decisión de casarnos nos fuimos a tomar champagne en un pequeño restaurante francés, para pedirnos la mano el uno al otro, y celebramos que nos vamos a poder casar, y estamos muy felices los dos que nos vamos a poder casar, y muertos de los nervios, graciosamente (reímos).

- ¡Felicidades!... ¿Qué frase te conmovió escuchar en el matrimonio de tus amigos?

- La frase fue “son iguales ante la Ley”.

- Óscar, ¿y cómo te sentiste en ese momento?

- ¡Imagínate! Si tú consideras que la lucha por la igualdad comenzó para nosotros el año 1982. Y que el año 80, con Roberto Miro Quesada conversábamos sobre cómo teníamos que hacer para crear condiciones de igualdad en el Perú. Y, claro, ser iguales ante la Ley es fundamental para la igualdad. La otra cosa es la cosmovisión que tienes del otro. Y eso, en términos de igualdad, es muy emocionante. Cuando escuchas a una jueza decir “son iguales ante la Ley” es todo un mundo que está reconociendo la igualdad. Y es el Estado el cual reconoce la igualdad. Y eso para mí fue muy impactante. Y para Fidel también fue muy impactante.

- Óscar, ya que aludiste a Perú, ¿te hubiese gustado casarte en nuestro país? Allá se está queriendo debatir este tema, aunque no del mismo modo.

- Yo creo que sería interesante que pudiera haber matrimonio en el Perú. Ese es el objeto de la lucha por la igualdad ante la Ley. Y el máximo de la igualdad ante la Ley es que exista el matrimonio. Actualmente, sé que hay dos propuestas de ley interesantes: la del congresista Vargas y la del congresista Bruce. La de Vargas es un “pacto de unión civil” a la francesa, que no conlleva mayores derechos, pero que reconoce el vínculo. El proyecto de Carlos Bruce es un contrato patrimonial, y eso tiene algunas ventajas. Yo comprendo el sentido de eso porque, efectivamente, parte del sentido de matrimonio es la conservación del patrimonio. Sobre todo que el patrimonio no vaya a parar a esa parte de la familia que te ha hecho la vida miserable. Me parece patético cuando la gente se muere –y he visto muchos amigos míos morirse-, y las parejas al día siguiente son puestas en la calle por la familia. ¿Por qué? No, pues, ¡es una inmoralidad!

- Eso mismo...

- Además, estos que hablan de la defensa de la familia, en realidad están hablando de la defensa de la billetera. Les importa un comino la familia. Si tú consideras el debate en Argentina, el debate en Uruguay, el debate en Colombia, el debate en México, tienes que considerar, además, cómo va a venir la reacción de la iglesia, porque ya hemos visto a la iglesia reaccionar en Argentina y en México. Todos conocemos lo que ha escrito el Papa sobre este tema el año 2003, que habla que nosotros somos la maldad, y que la maldad no puede ser legalizada. Entonces cuando tú ya sabes quién es el enemigo y ya sabes cómo viene, ¿por qué no ser un poco más agresivos?

- Claro, hablando en términos activistas…

- En términos activistas. Yo creo que hay que seguir empujando la igualdad ante la Ley. En una cena antes de regresar a México, le dije al presidente del Congreso…

- ¿De Perú?

- Sí, al nuevo presidente recién electo del Congreso, César Zumaeta, que cuando la discusión comenzara, que me llamara. Que yo con mucho gusto iba al Congreso, yo pagaba mi boleto de avión y hacia las declaraciones que tenía que hacer, porque creo que es una causa que vale la pena mucho defender. Yo me temo, por lo que veo -puedo estar equivocado-, pero no veo movimientos articulados detrás de las propuestas de Vargas y de Bruce, como tendría que ser. Pero en fin. En el Perú, aún no logramos pasar una ley antidiscriminatoria.

- ¿Respecto a la población LGBT?

- Sí, en el caso LGBT. Y, entonces, si no hemos logrado pasar una sola ley antidiscriminatoria contra LGBT, es por eso que se sigue haciendo mofa en la televisión, en la radio, los congresistas, hablando sobre los “maricones”… Con una ley antidiscriminatoria no podrían usar ese lenguaje.
- Exactamente…

- Pero, claro, el sistema es tan conservador. El Perú se ha quedado tan en el siglo XIX, que la moralidad consiste en tener hijos fuera del matrimonio y mostrarlos. Esa es la moralidad.

- Es increíble, porque son los propios políticos, congresistas, gobernantes que tienen estas actitudes, rabos de paja, los reaccionarios de quienes hablas...

- Es que esa es la moralidad. La moralidad es tener hijos fuera del matrimonio y mostrarlos. La moralidad no es que dos personas adultas hagan con su vida lo que quieran. No. La moralidad es enseñar hijos fuera del matrimonio, burlarse de las esposas, esa es la moralidad peruana. Me parece que el Perú ha involucionado de tal manera que es impresionante. ¡Cómo puede haberse vuelto un país tan reaccionario! A mí me preocupa mucho lo reaccionario que se ha vuelto. La gente está preocupada por su propia billetera, parece que se acabaron las causas comunes, y, por supuesto, los derechos del resto parece que importan poco. Sin embargo, yo estoy contento de saber que existen aquellas dos propuestas legislativas, y yo estoy contento de saber que hay un montón de grupos LGBT que están haciendo cosas.

- Que intentan hacer algo…

- Sí, pero tendría que haber más garra política, siento que hay poca.

- Y articulación…

- Y articulación con el aparato político. Lo que pasa es que el aparato político es muy conservador.

- Un aparato político conservador que tiene cerradas las puertas…

- No le interesa al aparato político la relación con el movimiento LGBT.

- Exacto.

- Yo no sé cómo va a pasar esa ley, pero, ojalá pase.

- Ojalá, querido Óscar. ¡Muchas gracias!

Fidel Aroche: “Lo más importante es el reconocimiento de derechos”

- Fidel, ¿qué significado tiene para ti casarte en estos tiempos?

- En el plano personal, da satisfacción, da alegría la posibilidad de formalizar un compromiso. Tengo con mi compañero hace muchos años, de estar juntos y tener un proyecto de vida juntos. El segundo plano, pues, es el plano político, y en este plano me parece que es un paso muy importante que hemos dado, que ha dado la comunidad gay en muchas partes del mundo, faltan muchas partes más, pero en algunas partes ya existe, en términos de conseguir la igualdad de derechos. También en términos de conseguir la visibilidad, dejar de ser considerados como nos han considerado durante tanto tiempo.

- ¿Pensaste alguna que te ibas a casar?

- (Risas) No, nunca pensé casarme, nunca pensé que me fuera a casar. Tampoco nunca lo había considerado un problema. Para mí era una cosa como ajena, como algo que les pasa a los demás, pero no a mí. Entonces, sí, fue una sorpresa que, finalmente, la Ley me acoja. Es una sorpresa muy agradable dejar de ser todo eso que nos ha considerado tanto tiempo. Es un paso muy significativo, es muy importante.

- Al ser pareja de un peruano, ¿te gustaría que este reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo en el Distrito Federal-México pudiera ser un avance real en el Perú?

- Yo creo que hay que hacer todo lo que podamos para que la Ley en el Perú cambie. A mí me parece que es necesario que no solamente en el Perú sino en cada país esto se convirtiera en una realidad, en una posibilidad real, para todas las parejas, que las hay, para conseguir la normalización, para conseguir la igualdad de derechos, para conseguir el fin de la discriminación. Yo espero que las cosas comiencen a caminar en el Perú, y que la sociedad deje de estar tan dominada por consideraciones religiosas.

- Fidel, para terminar, ¿qué los llevó a decidir dar el gran paso?

- En buena medida, fue el paso natural siguiente porque tenemos una relación sólida hace mucho tiempo. Tenemos un compromiso uno con el otro. Tenemos un compromiso con la relación misma. Entonces, en realidad, por lo menos yo no lo pensé mucho, me pareció que era el siguiente paso. Yo no creo que sea necesario que cada pareja se decida a dar el paso. Es decir, hay parejas que no tienen por qué darlo. Pero yo creo que lo importante no es eso, lo importante es el reconocimiento de los derechos. Ya después, si los quieres ejercer o no, cada quien es libre de hacerlo, según las circunstancias personales de cada quien.

- Claro, hay que respetar ello. Fidel, ¡muchas gracias!

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